miércoles, 14 de marzo de 2012

Microrrelato 120



Hace tiempo que los colores se apagaron para Gabriel: desde que sostuvo la mirada al sol y, por insolente, éste quemó sus retinas. Cinco añitos, y ya aprendía que ninguna rosa es inerme; que lo hermoso también puede ser dañino.

Diez años después es otro fuego el que le abrasa, otra Rosa la que le que clavará sus espinas. Aunque no puede verla, sabe bien cómo huele la belleza, y así la siente acercarse. Pero su sonrisa, efímera, se marchita cuando Rosa pasa de largo.






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