martes, 14 de mayo de 2013

Microrrelato 164 - Mi juego



Si yo escribiese sobre mis sentimientos tú podrías leerme la vida. En vez de eso, juego.

Juego a poner la soledad en las manos de alguien sin rostro —quizás seas tú— y lo convierto en un suicida.

Me invento a un hombre mayor, influenciable, casado —valga la redundancia—, con hijos, y un par de manos sudorosas. Añado un secuestro y lo aderezo con una apuesta macabra.

Pongo una mirada —una de esas que enamoran— entre dos individuos anónimos de andenes enfrentados y les construyo dos destinos separados; me ensaño en la distancia.

¿Me ves? ¿Me ves entre las letras?

Tal vez soy la luz que asoma al final del túnel. O el chico que se sienta distraído, leyendo el Marca. Quizás soy el tipo solitario. O puede que el hombre que se seca las manos en los vaqueros y empuja a alguien a las vías justo delante del tren.

Si lo piensas no es tan malo.

Un padre ha salvado a sus hijos. El suicida encontró lo que buscaba entre las vías. Los dueños de la mirada tienen una excusa para no coger el tren; incluso, para encontrarse en uno de los andenes; para conversar sobre lo ocurrido en torno a una taza de café caliente.

¿Me encuentras ya?

Puede que no esté allí, o que sea cada uno de ellos.

Puede que hasta consigas leerme la vida.

Pero piensa que, mientras estás allí; mientras te preguntas por el secuestrador, por los nombres de los dos enamorados, por los motivos del suicida, por el conductor del tren o el chico del periódico; mientras vives entre mis líneas… yo me cuelo dentro de ti, y te robo la tuya.




lunes, 6 de mayo de 2013

Microrrelato 163 - Tras una pantalla


"No te preocupes, estoy bien", tecleó. Y entonces pulsó enviar, mientras sus ojos se inundaban de sueños rotos. Qué sencillo era mentir así; presionando únicamente una tecla. Casi podía entender que a ella le hubiese resultado tan fácil.