lunes, 16 de abril de 2012

Microrrelato 130


Era lo primero que veía cada mañana al abrir los ojos. Depositaba un beso tímido en su mejilla, con extrema delicadeza; luego un millón más en cada rincón de su cuerpo, para que ningún centímetro cuadrado de su piel tuviese envidia de otro.