sábado, 30 de marzo de 2013

Microrrelato 161 - Buenas noches


Jimmy sabía que su madre estaba molesta cuando no había beso de buenas noches. 

Aun enojada, todo en ella permanecía igual. La expresión de la cara, serena y calmada; sus diminutos ojos grises, parapetados tras unas gafas que se deslizaban con frecuencia por una nariz delgada y puntiaguda, a salvo tras los cristales, seguros e inaccesibles como sus pensamientos y emociones. 

Nunca le había pegado —ella no—, ni siquiera el día que se coló en su habitación de trabajo y pintarrajeó sobre todos sus lienzos. Nunca. No era de esas madres. Tan sólo permanecía allí unos segundos, sobre la cama, inmóvil tras arroparle, y entonces se marchaba. 

Uno la veía salir de la habitación; apagar la luz y cerrar la puerta con extremo sigilo, como si todo estuviera bien. Pero era la ausencia del beso lo que la delataba. 

Y esa ausencia escocía más que la peor de las bofetadas.