Antes de partir obligó a su amigo a prometerle que velaría por su mujer en su ausencia. Éste, leal hasta la médula, se desvivió por cuidarla, protegerla, divertirla y hacerle compañía. Entregado, como estaba, ciegamente a su tarea, se dedicó también a amarla. Aunque de esto último los dos amigos no habían hablado nada.
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