Tim convivía con un agujero de gusano. La mayor parte del tiempo no encontraba sus cosas cuando las buscaba; sobre todo le pasaba con los calcetines. Algunas noches oía sus ruidos en la cocina y, cuando iba a desayunar por la mañana, siempre faltaba algo. Un buen día lo sorprendió en el cesto de la ropa sucia, con una prenda a medio masticar. El extraño ser huyó asustado, pero siempre volvía; Tim solía comprarle los mejores calcetines.
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