martes, 17 de enero de 2012

Microrrelato 50


Tenía el futuro solucionado. Todos los días, después de haber saciado su hambre con lo que le ofrecía la naturaleza, se echaba cuan largo era bajo la sombra de un roble, y dormía, arrullado por el canto de las aves que allí anidaban. Cada día. Sin dar un palo al agua. Una tarde su compañera lo despertó: "¡Adán, corre, ven; tienes que probar esto!".





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