Al final del tercer día John se animó a coger aquel libro.
Llevaba media semana hundido entre las sábanas, buscando las ganas de vivir
bajo la almohada. Cuando abandonó la búsqueda el libro lo miró desde la
estantería, y le guiñó un ojo. "El sueño eterno", decía en la
portada. No era precisamente lo que estaba buscando, pero era justo lo que
deseaba. Aquel título le llamó la atención; le mordió la curiosidad y ya sólo
pudo liberarse abriendo las fauces del libro. No sabía que en aquella vieja
obra de Chandler sólo encontraría la misma sociedad suciedad de la que
estaba huyendo.
Es un círculo vicioso, por más que queramos evadirlo siempre volveremos a ello.
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