sábado, 12 de enero de 2013

Microrrelato 157 - Sueños rotos al despertar



Odio las noches sin tu sonrisa.

Odio hacer el gilipollas para arrancar una de tus labios y fracasar estrepitosamente. Odio que cualquier otro gilipollas te la robe con una mirada. En esos momentos debería levantarme y marcharme —ahí te quedas—, o levantarme y liarme a puñetazos con el fulano de turno, pero en ningún caso permanecer allí sentado mientras tú te vendes a un mejor postor.

Sin embargo, así es la vida, dicen todos esos cobardes que no se atreven a descambiarla por una menos defectuosa.

Y qué dura es a veces…

Sobre todo esos días que comienzan con una despedida; con una luz verde parpadeando en el móvil; un par de líneas que te despiertan y, a bocajarro, en un instante, revientan todos tus sueños.

Yo en esos días sonrío —que para llorar siempre hay tiempo—, me encojo de hombros, me doy la vuelta en la cama, y finjo que sigo soñando. Y aunque no pueda dormirme seguiré allí tumbado, porque, diatribas heroicas aparte, así es la vida.




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