viernes, 10 de agosto de 2012

MICRORRELATO 149 - CUANDO NACES PARA ESTAR SOLO


Siempre supe que estaba destinado a una vida miserable. Ya me lo advertías a veces, cuando me encontrabas alguna madrugada sentado en el jardín, hablándole a las estrellas. Moreno, la gente como tú nunca es feliz, me decías, y aderezabas tus palabras con la mirada más triste de tu repertorio. Y claro, así cómo iba a ser feliz.

Yo me daba cuenta cada noche que pasaba en vela, perdido en camas ajenas, incapaz de dormir con alguien a mi lado. Cuando nunca, ni en la sala más abarrotada, ni sobre los hombros de hermanos de borrachera, ni bajo la amante más dedicada, dejaba de estar solo. También en el entierro de mis padres, mientras una horda de desconocidos se turnaba para hacerme compañía y consolarme, rescatando para la ocasión un puñado de frases hechas. No sabían que yo lloraba porque me sentía un extraño. Y, por supuesto, me di cuenta aquella vez que te llevé flores y tu marido me abrió la puerta. Llegaba doce años tarde.

Pero nunca fui más desdichado, ni más consciente, que aquella noche en la que abandonaste el abrazo de las sábanas para buscar el mío y me sorprendiste mirando la lluvia por la ventana. Aquella noche me abrazaste por la espalda y a traición me apuñalaste en un susurro: "¿Recuerdas cuando éramos felices?".

Y no.

No me acordaba.




3 comentarios:

  1. "Aquella noche me abrazaste por la espalda y a traición me apuñalaste en un susurro"

    Qué grande eres.

    ResponderEliminar
  2. Hay tipos de magia que no requieren varita ni conjuros, basta con un puñado de letras, una pizca de imaginación y tres cucharadas de ganas de escribir.

    Sin duda, tú eres mi mago favorito.

    ResponderEliminar
  3. Qué desgarrador. Se que hace tiempo de este microrrelato, pero no he podido evitar comentar. Me ha gustado y dolido a partes iguales... quizá porque me identifico de algún modo al leer este texto.

    Te has ganado otro seguidor. Saludos.

    ResponderEliminar