martes, 17 de julio de 2012

Microrrelato 144 - Sobre la dificultad de encontrar un nombre adecuado para los personajes

El perro no tenía nombre. 

Por cómo hurgaba en los restos de basura que rodeaban el viejo contenedor, en busca de algo que poder masticar, podría haberse llamado Sobras. De vez en cuando se rascaba con ahínco tras la oreja y parecía convencido de que arrancarse aquel molesto apéndice era la única manera de librarse de la comezón que lo atormentaba; así que también podría haberse llamado Pulgoso. Pero lo cierto es que no tenía nombre. 

El vigía sí tenía un nombre, aunque lo guardaba para sí. 

Llevaba un rato observando al perro, y algo menos tratando de buscarle un nombre adecuado. No era muy bueno con eso. A lo que hacía allí lo llamaba "La Guardia", y en cuanto a la estructura herrumbrosa desde la que oteaba el horizonte, solía referirse a ella como "La Torre". Así que estuvo pensando en cómo llamarlo mientras el can le ladraba al viento, y siguió pensando algo después, cuando el perro encontró un viejo cojín y se concentró en mordisquearlo a conciencia. No dejó de pensar en ello ni siquiera mientras el chucho corría tras una rata, ni cuando ésta desapareció entre los escombros y él se tumbó en el suelo con aire abatido. Pero nada. 

Consideró la posibilidad de pedir ayuda, pero estaba solo. A esas alturas no quedaba mucha gente con vida que pudiese ayudarle en la tarea; pese a las ocho horas al día que dedicaba a La Guardia, el vigía llevaba semanas sin ver otro ser humano. 

Al final de la tarde, al caer el sol, el chucho se hartó de husmear por allí y se largó. Desde lo alto de La Torre el vigía vio en silencio cómo se marchaba tras su propia sombra alargada. Pensó en llamarlo, pero no pudo, porque aquel perro no tenía nombre.




2 comentarios:

  1. Los nombres son algo verdaderamente valioso. Algo que no tiene nombre no puede ser nombrado, el nuestro nos conforma como somos, nos hace lo que somos. Parece una tontería pero realmente es uno de los pilares de nuestra existencia.
    Por ejemplo si por algún casual cambiáramos el nuestro ¿seguiríamos siendo la misma persona? Quién sabe. En principio puede que si pero con el paso del tiempo acabaríamos olvidando quién o qué fuimos, construyendo una nueva persona, un nuevo ser.

    Los nombres nos dan forma, unen una y/o cientos de ideas en una sola cosa. Son palabras importantes que construyen lo que nos rodean y le dan sentido.

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  2. Podría haber recurrido al molesto toque de hombros tan conocido, o a un grito común.

    Quizás cualquier nombre habría bastado. Es más importante tener alguien que quiera pronunciarlo, que en sí, tener uno.

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