Cuando te amo, me gusta observar cómo te derrites; cómo se evapora tu mirada mientras te deshaces en mis labios y se ahogan tus gemidos en la profundidad del deseo.
Cuando te odio, me gusta observar cómo te derrites; cómo la piel lacerada resbala sobre tus huesos y escapan tus alaridos del crepitar de las llamas.
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